“La idea de festejar “el día del niño” surgió el 20 de noviembre de 1959 cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas tuvo una reunión en la que decidió reafirmar los derechos de los niños universalmente.
Desde entonces, cada país cuenta con un día para celebrar y organizar actividades para ayudar a desarrollar el bienestar de los pequeños en todo el planeta.”
Así encabeza un artículo relacionado con el tema la revista “creciendo feliz”. No le resulta curioso que en un mundo agresivo y violento como en el que vivimos. Donde las madres matan a golpes a sus hijos, y se legaliza el aborto, se hable del “bienestar de los pequeñitos”.
Durante varios meses hemos dedicado este artículo como educar a nuestros niños bajo la luz de las escrituras, porque Dios tiene, para eso, el diseño perfecto, pero hoy queremos que reflexione un poco y se pregunte, ¿somos los padres que nuestros hijos necesitan hoy día?
Cuando vemos las noticias y nos damos cuenta con la violencia que reaccionan los jóvenes frente a la autoridad o la agresividad que utilizan para que los escuchemos; surge la duda y cabe preguntarse ¿Qué estamos haciendo?
Estos jóvenes de hoy son fruto de nuestros actos cuando aun eran niños por lo tanto es tiempo de que asumamos nuestra responsabilidad y dejemos de hacernos los desentendidos.
Les enseñamos sus derechos antes que sus responsabilidades, les exigimos que nos escuchen y no los escuchamos les decimos que los problemas se resuelven conversando pero vivimos en guerra. Los estamos destruyendo. Necesitan vestirse extraños para que los veamos, se ven obligados a destruir nuestra ciudad para hacer respetar sus derechos, les hemos dado libertad, que obviamente no saben utilizar, para cuidar nuestro propio espacio.
No le parece ridículo entonces dedicarles un día para llenarlos de regalos si les negamos lo más preciado que ellos requieren de nosotros, TIEMPO, DEDICACION Y AMOR.
Pero aun estamos a tiempo. Tiempo que solo el PADRE perfecto puede darnos y la base para este cambio es el AMOR.
Proverbios 19:18,19
“Castiga a tu hijo en tanto ahí esperanza; mas no se apresure tu alma para destruirlo”
1 Corintios 13:1
“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena o Cimbalo que retiñe”
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